martes, 8 de octubre de 2019

TENÍA QUE DECIRSE


Cuando Avelina Lésper 
entra a degüello, nadie 
se salva. ¿Nadie? Sólo 
los cultores del Arte 
chapados a la antigua. 
Y me gusta: no salen 
indemnes de su furia 
la boba performance, 
la instalación, el timo 
del video. Reparten 
catálogos pomposos 
que hacen pasar el fraude 
por liebre. Mucho ruido, 
pocas nueces. Hamparte. 

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