TENÍA QUE DECIRSE
Cuando Avelina Lésper
entra a degüello, nadie
se salva. ¿Nadie? Sólo
los cultores del Arte
chapados a la antigua.
Y me gusta: no salen
indemnes de su furia
la boba performance,
la instalación, el timo
del video. Reparten
catálogos pomposos
que hacen pasar el fraude
por liebre. Mucho ruido,
pocas nueces. Hamparte.
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